Noruega día 22 y 23

 Final del viaje.


Llegó el momento de decirle adiós a Noruega y a un viaje realmente espectacular, encontramos lugares fascinantes, vimos paisajes de ensueño, degustamos manjares que nunca habíamos probado y lo más importante de todo, lo disfrutamos al máximo. 
Hemos hecho muchos viajes, somos adictos a Europa y viajar por todo el continente que hemos podido viajar nos ha dado experiencias fuera de lo normal, pero Noruega es única.
Los noruegos vivieron muchas penalidades, sufrieron invasiones y guerras innecesarias que los han hecho un pueblo fuerte y aguerrido, lleno de orgullo y de amor por su país.


Los vikingos son representantes de este lugar, pero no son lo que hemos creído que son, vivieron aquí por unos quinientos años y luego desaparecieron porque se adecuaron a los lugares que conquistaron y creo que al único que no se adaptaron fue a América.

Vinieron a nuestras costas muchos siglos antes que Cristóbal Colón, pero no lo colonizaron, y no lo hicieron porque no era su estrategia ni su interés.
Ahora que conocemos más de ellos y pasamos estas semanas tratando de vivir su cultura, creo que tiene que haber muchas cosas escondidas en los genes que con el tiempo se irán entendiendo y conociendo más profundamente. 


El domingo 21 fue el trayecto en tren de Bergen a Oslo, era un tren ya algo antiguo, pero muy bien cuidado y con todas las comodidades para una trayecto de más de seis horas. Dicen los cronistas que es uno de los eventos en tren más bonitos del mundo y cuando se disfruta lo que nosotros hicimos, se puede comprobar que tienen razón, que lugares tan lindos, que paisajes tan fuera de lo normal. Pensar que casi todas sus montañas que vimos eran rocosas y lo que crecía era helechos, musgos y plantas que necesitan muy poco suelo para sobrevivir.

Muchos de los árboles que vimos caídos tenían sus raíces superficiales, como si sobre una araña crecieran y sus patas largas los sostienen sobre el subsuelo. A pesar de eso tienen unos grandes bosques de cipreses, pinos, araucarias y seguramente árboles que no conozco, pero por ir en el avión escribiendo no puedo dejar más información.


Llegamos por la noche, casi a las 19:00 horas y el retraso se debió a otros trenes que teníamos que esperar para que utilizaran el paso donde se pueden permitir uno y otro transitar, de lo contrario es una sola vía.

Nos bajamos en la estación y era un mundo de gente, logramos encontrar los taxis y a pesar que no era muy lejos, el taxista tomó la ruta más larga y terminamos pagando más de lo debíamos, pero llegamos al Hotel Saga, bonito y cómodo, pero pequeño como todo en Europa.


No fumé un solo puro en todas estas semanas, escuché muy poca música y mis podcast no fueron más de dos o tres. Tengo acumulados muchos esperando la banca del jardín, el puro y el tradicional whisky.


El lunes 23 había que celebrar el cumpleaños de Lisa y decidimos hacerlo todo a pie, fuimos por un trayecto lleno de jardines con fuentes, cisnes y patos. Nuestra primera parada era el Museo Nacional y como todo lunes en los museos, cerrado. Era el mejor lugar para ver uno de los originales de Edvar Munch y nos quedamos con las ganas.


Decidimos ir a ver la ópera de Oslo, un edificio imponente con una amplia rampa que sube hasta el techo del edificio y que se llena de gente mirando los barcos y la bahía donde está construido. Enfrente está el museo Munch, un edificio de diez pisos dedicados exclusivamente al pintor, pero que solo tiene fotografías del grito.



Me ha gustado esa pintura desde hace mucho, pero después de ver mucha de la obra que tienen expuesta, no es el tipo de pintor que disfruto. Espantosamente frustrante su temperamento, todos sus cuadros tienen expresiones de dolor, sufrimiento, angustia, celos, desesperación y soledad. Vivió ochenta años y llenaron con sus pinturas los enormes espacios de cada piso con temáticas de su cotidianidad.


Nada me impresionó del él y llegué pensando en comprar una de sus copias del grito, pero ni a Lisa ni a mi nos interesaron. Lisa como es pintora trataba de sacarle más provecho a lo que veía, pero después de diez obras ya tenía ganas de salir corriendo y me tuve que tragar los diez pisos.

Fuimos a almorzar a un lugar que para mi gusto fue el mejor de toda Noruega, el Monkfish que me dieron fue realmente Gourmet, delicioso. Como un pescado tan espantoso puede ser tan rico en sabor, consistencia y olor. Delicioso.

Regresamos al hotel y solo para prepararnos para el viaje del día siguiente que llegaría por nosotros el taxi a las 02:30. 

Ya todo este final es realmente intrascendente y sin nada especial que contar. Volamos de Noruega a Holanda y de allí a Bogotá, estas diez horas son interminable, pero KLM es una buena línea aérea, no como Air France, pero muy buena.

Al llegar a Bogotá solo nos queda el hotel y el regreso al día siguiente a disfrutar nuestra ciudad, llena de carros y de trajín diario, pero ya de vuelta.

Dejó fotos porque dan gusto los paisaje y lo vivido.













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