jueves, 9 de marzo de 2023

 El Principito:

Nuevamente vuelvo a recordar ese libro que abre, escudriña, machaca y deja cicatrices en los corazones, pero no en todos los corazones, solo en esos corazones que tienen sensibilidad y que desean vivir una vida profunda llena de amor.

Así es el mío, trato de encontrar en cada cosa y en cada momento, la esencia de vivir y es porque sigo siendo un evolucionista creyente en la realidad evidente de la vida: nace, crece, se reproduce y muere.

Hace más de seis años escribí un ensayo de ese libro maravilloso y lo acabo de tener en mis manos y recordé que lo había escrito y por eso lo dejo aquí como recordatorio de algo que mueve el corazón:

Guatemala 12 de Septiembre 2016.



Análisis de El Principito. Antoine de Saint-Exupéry.



Seguramente tengo más de diez años de haber leído por última vez El Principito y por eso decidí escribir mis observaciones que seguramente serán completamente diferentes a la última vez que lo leí. Es más la última vez ni siquiera escribí nada relacionado con la lectura.


Todo el mundo ha leído el libro, o por lo menos así dicen cada una de las personas que recuerdo haberles preguntado, pero si les pregunto cuantos planetas visitó y como murió, ya nadie se acuerda y realmente no importa, se vale que no se haya leído nunca. A lo mejor nunca antes yo lo había leído y solo quiero pensar que ya lo he hecho tres o cuatro veces, pero como ya no se si será ésta la última, prefiero dejar lo que me hizo pensar y sentir y que fue una de las experiencias más lindas que he tenido en los últimos tiempos.


Escribo todas éstas conclusiones porque me hizo recordar a uno de mis escritores favoritos de la época actual, Harold Bloom. Un erudito que como Umberto Eco tienen una basta cultura y conocimiento literario. El escribía en uno de los libros que leí, que por lo menos una vez al año leía Don Quijote y algunas otras obras importantes de la literatura que ahora no recuerdo.


Yo ni siquiera una vez lo he leído y seguramente no lo voy a leer a pesar que tengo la obra conmemorativa de sus 400 años de muerto. Esa constancia de lectura y ese increíble conocimiento no deja de darme una gran envidia porque tengo en mi escasa biblioteca varios libros que seguramente no los terminaré leyendo. Borges, Eco y Bloom tienen o tenían una biblioteca de más de 50,000 libros, ala gran…


Pero lo importante ahora es El Principito, un pequeño libro de no más de 90 páginas con ilustraciones, pero de una profundidad como pocos.


El aviador cae en el desierto y en el intento de reparar su avión se le aparece de la nada El Principito quien tiene un año de haber caído de su planeta, el asteroide B-612. Le describe su viaje por otros planetas, en busca de explicaciones para su rosa roja con cuatro espinas y el cordero que tiene en el planeta de tres volcanes.


Llega al primer planeta donde solo existe un rey y nadie más, El Principito era su único súbdito, en el segundo había un vanidoso, en otro un borracho, después un hombre de negocios. Otro mundo con un farolero y antes de llegar a la tierra, un mundo con un geógrafo. Todos tienen un significado importante en la vida, si se lo queremos dar, pero para El Principito era tan importante que tenía que hacer con su única rosa que cuando llegó a la tierra y pasó por un jardín con miles de rosas, se dio cuenta que su rosa no era única, sino que él le daba ese valor de única.


Lo que más me impactó de todo el libro fue la razón de mi amistad, me daba cierto conflicto el porqué nunca he logrado tener una amistad como la mayoría de personas, muchas personas que conozco se juntan a tomar un café y platicar o unas cervezas y ven un asqueroso partido de futbol, o algo similar. Yo no soy así y si tengo alguna amistad, termina siendo efímera y pasajera. Que hace que sea así, porque es algo personal y propio de mi personalidad.


Hoy lo entendí. Y lo entendí cuando el zorro habla con El Principito, estaba muy triste al darse cuenta que su flor no era única y le pide que juegue con él, el zorro le contesta que no puede porque no está domesticado y El Principito ni siquiera conoce el significado de la palabra: ¿Qué significa domesticar? le pregunta y el zorro le contesta que es una palabra demasiado olvidada y que significa “crear lazos”. 


Para mi no eres más que un muchachito semejante a cien mil muchachitos. Y no te necesito. Y tampoco tu me necesitas. No soy para ti más que un zorro semejante a cien mil zorros. Pero, si me domesticas, tendremos necesidad el uno del otro. Serás para mí único en el mundo. Seré para tí único en el mundo…


Pero si me domesticas, mi vida se llenará de sol. Conoceré un ruido de pasos que será diferente de todos los otros. Los otros pasos me hacen esconder bajo la tierra. El tuyo me llamará fuera de la madriguera, como una música. Y además, ¡mira! ¿Ves, allá, los campos de trigo? Yo no como pan. Para mi el trigo es inútil. Los campos de trigo no me recuerdan nada. ¡Es muy triste! Pero tu tienes cabellos color de oro. Cuando me hayas domesticado, ¡será maravilloso! El trigo dorado será un recuerdo de ti. Y amaré el ruido del viento en el trigo…


El zorro calló y miró largo tiempo al principito.


–¡Por favor… domestícame! –dijo.


–Bien quisiera –respondió el principito–, pero no tengo mucho tiempo. Tengo que encontrar amigos y conocer muchas cosas.


–Sólo se conocen las cosas que se domestican –dijo el zorro–. Los hombre ya no tienen tiempo de conocer nada. Compran cosas hechas por los mercaderes. Pero como no existen mercaderes de amigos, los hombre ya no tienen amigos. Si quieres un amigo, ¡domestícame!


–¿Que hay que hacer? –dijo el principito.


–Hay que ser muy paciente –respondió el zorro–. Te sentarás al principio un poco lejos de mi, así, en la hierba. Te miraré de reojo y no dirás nada. La palabra es fuente de malentendidos. Pero, cada día, podrás sentarte un poco más cerca…


Ese relato me pareció de lo más tierno y conmovedor, una forma tan simple, sencilla, pero a la vez tan clara, concisa y categórica de lo que es la relación con las personas. Entendí porqué no tengo amigos… No tengo paciencia, constancia, interés o vínculo con nadie que no sea mi familia. A mi familia ya la domestiqué, ya cree lazos y como dice el diccionario de la Real Academia: hice tratable a alguien que no lo es. Pero lo más importante de todo y que es la base de las relaciones: “debe ser mutuo”. Si solo viene de un lado, nada se logra y termina la relación.


Creo que solo logré domesticar en mi vida a una persona. La única persona que no trae sangre de mi sangre en sus venas… A Lisa, sí, pero ella me domesticó a mi también y por eso estamos y vivimos como vivimos. Abrumadamente bien…


Continué con la lectura y me recordaba vagamente que cuando lo terminé la última vez que lo leí, lloré… ésta vez también lloré.


El principito tiene que volver a su planeta y para eso tiene que morir. Ese mismo día que el aviador repara su avión, el principito le pide a una serpiente venenosa que lo muerda para que pueda morir e ir a su planeta. El aviador se da cuenta del contubernio con la serpiente y trata de impedirlo diciéndole que él estará a su lado en todo momento para que no lo haga, el principito le responde:


–Por las noches mirarás a las estrellas. No te puedo mostrar donde se encuentra la mía, porque mi casa es muy pequeña. Será mejor así. Mi estrella será para ti una de las estrellas. Entonces te agradará mirar todas las estrellas… Todas serán tus amigas. Y luego te voy a hacer un regalo…


Volvió a reír.


– ¡Ah!, hombrecito… hombrecito… ¡Me gusta oír tu risa!


–Precisamente, será mi regalo… Será como con el agua…


–¿Qué quieres decir?


–Las gentes tiene estrellas que no son las mismas. Para unos, los que viajan, las estrellas son guías. Para otros, no son más que lucecitas. Para otros, que son sabios, son problemas. Para mi hombre de negocios, eran oro. Pero todas esas estrella no hablan. Tú tendrás estrellas como nadie las ha tenido.


_¿Qué quieres decir?


–Cuando mires al cielo, por la noche, como yo habitaré en una de ellas, como yo reiré en una de ellas, será para ti como si rieran todas las estrellas ¡Tú tendrás estrellas que saben reír!


Y volvió a reír.


_Y cuando te hayas consolado (siempre se encuentra consuelo) estarás contento de haberme conocido. Serás siempre mi amigo. Tendrás deseos de reír conmigo. Y abrirás a veces tu ventana, así… por placer… Y tus amigos se asombrarán al verte reír mirando al cielo. Entonces les dirás: “Sí, las estrellas siempre me hacen reír”, y ellos te creerán loco. Te habré hecho una muy mala jugada…


El principito muere por la mordida de la serpiente y el aviador entiende. Uf, como fue de conmovedor leerlo, como pude recordar tanto a Juan, como quisiera poder verlo en una estrella, pero ahora, cada vez que vea al cielo en las noches, pensaré para mitigar su ausencia que, seguramente está en un asteroide como el B-612 de el principito y que se sonríe al verme. La gente necesita la eternidad para mitigar la ausencia de un ser perdido, pero es lo mismo que el principito, será una estrella o un asteroide o cualquier eufemismo similar.


Bueno llegué al final de la historia y me dejó tanto en que pensar y sentir que espero recordar cada momento que disfruté al leerlo y aún más, por eso escribo esto, porque seguramente en algún tiempo ya lo habré olvidado y seguiré con mi rutina y con ese dolor que siempre está allí. Tal vez al leerlo nuevamente sienta algún consuelo, seguramente no, solo el tiempo.


Al final del libro el aviador escribe lo que todos quisiéramos, que exista un consuelo y entonces escribe:


Mirad atentamente este paisaje a fin de estar seguros de que habréis de reconocerlo, si viajáis un día por el Africa, en el desierto. Y si llegáis a pasar por allí, os suplico: no os apresuréis; esperad un momento, exactamente debajo de la estrella. Si entonces un niño llega hacia vosotros, si ríe, si tiene cabellos de oro, si no responde cuando se le interroga, adivinaréis quien es. ¡Sed amables entonces! No me dejéis tan triste. Escribidme enseguida, decidme que el principito ha vuelto…


Realmente me conmovió el relato, la imaginación, el conocimiento del dolor y la perdida, que tuve la necesidad de escribirlo. No pude dormir y de tanto estar pensándolo, me levanté a las dos de la madrugada a escribir y tratar con eso de revivir tiempos pasados.


Aún tengo el 50% de posibilidades que exista la eternidad, para mi bien y paz interior, espero que no exista. La mayoría por el miedo a la muerte tiene la certeza de una vida eterna, desde todo punto lógico no debería haber, pero hay que darle el beneficio de la duda, como a todo. 





martes, 7 de marzo de 2023

 El viejo:

Hace muchos años le dije a mi mejor amigo: "mirá viejo" y antes de terminar la frase me corrigió diciéndome: no me digas viejo (tenía más de 80 años), nunca voy a ser viejo, siempre he tenido y tendré joven el corazón. 

Nunca más ni lo mencioné, ese señor tenía más energía y vitalidad que cualquier joven, se levantaba a las cinco de la mañana, manejaba en bicicleta tres kilómetros hasta llegar a un parque lleno de árboles y por más de una hora hacía todo tipo de ejercicio yoga. En la bicicleta tenia enrollada una alfombra que utilizaba hasta para ponerse de cabeza con las piernas rectas hacia arriba, bueno fue realmente incomparable y para mi, envidiable. Todo el mundo lo quería y respetaba, a todos los que podía ayudaba, en todos dejó una buena huella y siempre sonriente y alegre. Que suerte para mi: fue mi padre.

Lo menciono porque me enviaron una de las pocas cosas que ha valido la pena de Tik-Tok y fue el poema de Víctor Hugo: ¿Poniéndome Viejo? y al terminar de escucharlo y luego leerlo vino a mi mente ese personaje que realmente dejó una huella honda y profunda en mi, ese recuerdo y esa ausencia que solo personas de valor pueden dejar, hasta me hizo volver a querer escribir en este Blog que abrí hace muchos años y que lo hice con la intención de escribir con cierta asiduidad. La vida me envolvió y no tomé la decisión de hacerlo. 

Dejaré el poema aquí porque son enseñanzas que como mi padre, dejan huella y hacen reflexionar. Como corolario: Víctor Hugo es el responsable que sea tan francófilo, que ame esa cultura tanto, que me identifique con ella y haya querido hacerla tan mía.  Habré tenido 15 años cuando leí Los Miserables y me prometí que lo leería en francés, hasta me inscribí en La Alianza Francesa para estudiarlo. Nunca lo aprendí al final, pero realmente ningún idioma aprendí, ni siquiera el español que es mi lengua natal, pero tampoco ya me importa, la huella de la hiperactividad y el déficit de atención permanecerá conmigo hasta que muera.

Aquí dejo el poema, hay que leerlo despacio y sobretodo tratar de hacerlo vida:

No, no me estoy volviendo viejo
quizá me estoy volviendo sabio; 
y te voy a decir por qué. 

Ya he dejado de ser a lo que a otros les agrada que yo hiciera, 
para convertirme en lo que a mí me gusta ser, 
he dejado de buscar aceptación de la gente para aceptarme a mí mismo, 
he dejado atrás esos espejos mentirosos que me engañaron sin piedad.

No, no me estoy volviendo viejo, 
me estoy volviendo asertivo, 
selectivo de lugares y personas, costumbres e ideologías. 

Ya dejé ir apegos, lastres y dolores innecesarios, 
ya dejé ir personas tóxicas y almas que me dañaron, 
y quiero que sepas que no es por amarguras, 
es por salud. 

Ya dejé las noches de fiestas por insomnios de aprendizaje, 
dejé de vivir historia que nunca me llevaron a ningún lado 
y que solo lo viví en mi mente, 
ya no las vivo, ahora las escribo.

Ya logré hacer a un lado a los estereotipos que tanto me marcaron, 
porque eran impuestos, 
como llegué a dañar a gente precisamente por estereotiparla.
 
Ya dejé también de usar maquillaje y pinturas para el pelo, 
solo ocultaba mis heridas, esas las dejo ahí, por algo las tengo, 
ahora llevo un libro que embellece mi mente.

Cambié las farras y la ingesta desmedida de vino y alcohol 
por tazas de café o té, 
ya me olvidé de idealizar la vida, 
ahora la estoy viviendo.
 
No, te repito que no estoy envejeciendo
ahora llevo en mi alma esa lozanía que debí haber usado antes, 
y en mi corazón llevo también esa inocencia de quien a diario descubre algo nuevo. 

Llevo en mis manos la ternura de un capullo que al abrirlas expandirá sus alas, 
con objeto de ayudar y sanar a más gente, 
e iré a sitios inalcanzables, 
dejé la frivolidad de lo material para llevar una vida más espiritual.

Llevo en mi rostro la sonrisa que se escapa
y atraviesa al observar la simplicidad de la naturaleza, 
llevo en mis oídos el trinar dulce y bello de las aves al oírlas al despertar 
y esto alegrará mi andar.

No, no me estoy volviendo viejo, 
me estoy volviendo selectivo,
 apostando mi tiempo a lo intangible, 
reescribiendo el cuento que alguna vez leí o me lo contaron, 
reentendiendo lo que quizá no quise entender 
redescubriendo nuevos mundos, 
rescatando aquellos libros que a media página yo había olvidado.

Me estoy volviendo más prudente, 
dejando a un lado esos arrebatos que nada enseñan pero cómo dañan, 
estoy aprendiendo a hablar de cosas transcendentes, 
estoy aprendiendo a cultivar conocimientos, 
estoy sembrando ideales y terminando de forjar mí destino.

No, no me estoy volviendo viejo al dormirme temprano los sábados, 
es que también el domingo hay que despertar temprano 
y disfrutar del café sin prisa y leer en calma un poemario. 

No, no es vejez por lo que camino tan lento
es para observar la torpeza de los que aprisa andan
y tropiezan con el descontento

No es por vejez por lo que a veces se guarda silencio, 
es simplemente porque no a toda palabra hay que hacerle eco.
 
Te repito, no, no estoy viejo, 
estoy comenzando a vivir 
lo que realmente me interesa.

Víctor Hugo (1802-1885)