Noruega Día 18
Día 18
Hoy fue un día muy movido y puedo decir que el de mayor actividad física y cardíaca según el programa del iPhone, caminamos 9.4 kilómetros y subimos once pisos, pero casi a las 22:00 hrs, que estoy empezando a escribir, aún no estoy cansado y tengo ánimo para seguir haciéndolo.Salimos algo tarde del hotel, pero como hay tan mal café en Noruega fuimos a buscar uno que dicen es el mejor de todo Bergen, no se puede ver en estas tres primeras fotos, pero un lugar pequeño con un barista que me hizo un capuchino espectacular, afortunadamente llegué antes de las 11:00 para poder pedirlo, porque según los italianos se debe servir hasta esa hora y no más tarde, como solo tomaba sus micro cafés que sirven en las cafeterías de desayuno, nunca he averiguado si realmente ya no los sirven después de esa hora.
De todas formas les pongo la foto de McDonalds que hasta aquí están metidos, como se imaginarán, sería el último lugar a donde iríamos a comer, a pesar que Noruega no es un país muy Gourmet en sus comidas. Pero les puedo decir que a la hora de almuerzo pedí un bacalao seco a la Noruega y tiene muy cercano el sabor al de la Vizcaina, pero sin alcaparras que siempre le da un sabor muy especial. También pedimos Halibut y estaba muy bien hecho sobre una cama de espárragos, arvejas y alcaparras, delicioso. Ese pescado tan feo tiene un sabor incomparable.
Caminamos por todas las calles cercanas al mercado de pescado y son tan pintorescas con tanta historia y en especial después del incendio que casi las consume a todas, por suerte decidieron reconstruir y ahora es un patrimonio para la humanidad.
Esas calles internas, con pisos de madera y todas las casas similares dan una sensación de paz y quietud y es muy agradable transitarlas.
Tuvimos un cielo azul sin una gota de lluvia y un poco más de calor de lo que me esperaba, pero muy agradable.
Alrededor de las 14:30 decidimos subir hasta el monte Ulrikem por teleférico, ese no era el que Lisa me había indicado que era Fløibanen de 320 metros de alturas y se subía por teleférico, el que subimos por mi error, pero que a la larga fue mucho mejor es de 642 metros y tiene unas vistas impresionantes de Bergen y los fiordos.
Había olvidado comentar que después de desayuno decidimos ir al Kode, que son cuatro museos, solo pudimos acceder a dos de ellos y escuchamos que un Señor Meyer, coleccionista de arte, dejó regalado a la ciudad, su casa y otra construcción para que la gente que estuviese interesado en el arte noruego lo pudiera visitar.
Obviamente tienen una exposición permanente de Edvard Munch y pensé que podría ver su famosa pintura El Grito, pero a pesar de todas las copias que hizo y que creo son siete, este museo no tiene ninguna y tendremos que ir a Oslo y poder comprar una copia.
Para subir a Ulrikem tiene que hacerse por un teleférico y tarda alrededor de siete minutos, pero una vez allá puede apreciarse y disfrutarse la belleza imponente de Bergen, una ciudad realmente linda aunque para variar llena de turismo y turistas que saben que no pueden tan solo tirar un papel al suelo, todo está impecable, como en todo Noruega.
En las fotos que dejo aquí, si amplían una de ellas podrán apreciar dos plataformas de petróleo que están construidas en medio del agua y así se puede dimensionar el negocio de petróleo que tienen y las entradas de dinero tan extravagantes que reciben. A pesar de ser uno de los pueblos más ricos del mundo y tener el PIB más alto, todo es sumamente caro incluso para los propios noruegos que tienen sueldos muy altos.
Un inmigrante que quiere venir a trabajar a Noruega, lo primero que debe hacer es estudiar un año el idioma y pasar los exámenes para que pueda optar a un permiso para trabajar.
Por eso los noruegos son tan metódicos en todo, un niño de unos siete años que estaba comiendo algo, tenía que tirar el papel y se fue a buscar un basurero para tirarlo.
Otra cosa interesante es que los comensales cuando terminan de comer, a menos que sea un restaurante caro, llevan sus platos y vasos a un lugar donde todo la gente que ha comido los pone, eso nunca lo había visto en ningún otro país.
Cuando decidimos bajar el monte Ulrikem, tomamos el teleférico y para sorpresa nuestra estaban dos parejas de guatemaltecos bajando con nosotros, como ya nos conocen lo ermitaños que somos no intentamos ningún acercamiento con ellos, nos montamos en un bus que nos bajó al centro de la ciudad y cuando me bajé, les dije Adiós guatemaltecos y ellos también se bajaron y tuvimos una plática muy amena en la acera enfrente al mercado de pescados. Aún van a Praga y van a tener la suerte de conocer esa maravillosa ciudad, comer unas salchichas fabulosas y unos churros como ningún otro.
Nos despedimos de ellos y quedamos en juntarnos en Guatemala, que si alguien que nos conoce nos hubiese escuchado nunca habría creído que fuimos tan abiertos, pero cuando un viaja se le quita todo ese estrés cotidiano que tanto fastidia.
Quisimos ir a comer a un restaurante donde servían sushi, pero había una cola como de diez personas y por fin encontramos uno italiano que, aunque igualmente hicimos cola, pasó más rápido.
Comimos italiano a pesar que hubiésemos querido comer algún marisco como el que dejo en las fotos.
Nos falta un día más en Bergen y queremos aprovecharlo al máximo, así que lo contaremos mañana.
Comentarios