Noruega Día 10 y 11

 Día 10 y 11

El 10º día fue muy emocionante y de singular belleza. El trayecto de Vestvagoy hasta Vikten fue espectacular.


El pequeño pueblo de Vikten tiene una belleza espectacular y si tuviera que retirarme a algún lugar, este sería el lugar perfecto por algunos meses, los fríos y oscuros no serían de mi mayor agrado.

Hay una pequeña fábrica artesanal de vidrio en donde un checo, que también parecía vikingo estaba haciendo toda clase de objetos de vidrio soplado, nos dio una clase magistral de como lo hacía, como le incrustaba piedras de la montaña de enfrente y como utilizaba un horno que calentaba el vidrio hasta mil. 

Pondré una foto de un pajarito y un par de adornos para mostrar esa belleza de artesanía. 





Nuestra siguiente parada fue Nusfiojrd donde caminamos por senderos llenos de pinabetes de hojas súmamente puntiagudas y duras que no se pueden manipular sin usar guantes.  

En esa playa con una pequeña casa y solo majestuosidad alrededor encontramos en la playa un jelly-fish que seguramente se quedó varado al bajar la marea, medía más de 20 cms de diámetro y parecía tener un par de ojos en la parte superior, desafortunadamente no le tomé foto. Barajo por lo de mula.

Allí había una cafetería muy rica en donde comimos fish and chips y estaban perfectas, casi tan buenas como las papas de París.



Flakstad y después Ramberg fueron otros poblados con unas playas que se abarrotan de personas durante el verano y que los turistas no se pierden de admirar. Me tuve que ir a tomar un whisky para que me bajara El Síndrome de Stendhal de ver tanta belleza, no hay que escribir mucho, solo de ver las fotos, impresiona.







Está fue nuestra cabaña. Isla Å

La cabaña al fondo era el restaurante.


Mar embravecido pero que no impresiona.


Por fin llegamos a la última isla que visitaríamos en Lofoten, la isla Å y que se pronuncia O y aprendí de traducir abridor de puerta dør åppener. Jaja

Esa noche comimos bacalao fresco que es completamente diferente al bacalao que se utiliza para hacerlo a la Vizcallina y a pesar que ese plato no le gusta a mucha gente por lo salado, tengo una proveedora que lo hace incomparable.

No había nada más que hacer y dormimos con el ruido del mar, la lluvia y el silencio del lugar, un espectáculo todo, hasta el restaurante.


Día 11

El 12 teníamos que salir en ferry para llegar a Bodø y como no teníamos mayor conocimiento como se hace, nos fuimos muy temprano después de desayunar a revisar el lugar. Había una señora que estaba paqueada en la cola gratuita y cuando le preguntamos como se hacía para la cola nos dijo que no sabía pero que prefirió estar allí aunque su ferry saldría a las 20:30 hrs, que terrible espera de casi 12 horas.


Reine fue otro poblado digno de ver y donde más tienen aparejos para secar el bacalao, muy ordenados y numerados. Tienen un museo de una pintora muy famosa de apellido Hann y allí pasaron un video donde contaban que era muy frecuento que los esposos ya no regresaran de pescar en el mar, pero cuando una de las mujeres tenían que parir y no se encontraban en el lugar donde había parteras, la amarraban al mástil de la embarcación y así las llevaban para que no cayera al mar. Que gente más fuerte y dura para soportar todo esto.



La última noche en la isla Å fue la más difícil de todas las noches, teníamos que salir a tomar el ferry que nos llevaría de Moskenes a Bodo, una travesía de 325 kms en el Atlántico Norte y que según los avisos de las aplicaciones del tiempo, estaríamos recibiendo ráfagas de viento de hasta 87 kms por hora. Después de lo que vivimos en el mar de Barents, que se considera Mar del Norte, el temor de Lisa de vivir algo similar no la dejaba dormir. La noche era tormentosa, con ráfagas de viento que se escuchaba desde adentro de la cabaña donde dormíamos y una lluvia copiosa presagiaba un retorno tenebroso. Había indicaciones en el sitio del ferry que si el tiempo no lo permitía se tendría que aplazar el viaje, eso sería catastrófico para la organización y el próximo vuelo que teníamos previsto. En estos momentos que me levante a escribir aún no estoy seguro si se cancelará el viaje aunque ya a las 02:00 de la mañana, no se escucha el menor sonido del mar ni del viento, así que espero que lo logremos.

Al final de la tarde de este día fui a traer el carro a un parqueo más cerca de la cabaña porque había visto muchos vacíos y quise aprovechar a cambiarlo, aproveché para tirar la basura, que aquí a pesar de ser huésped y pagar caro, todo se tiene que hacer, costumbre noruega. Durante el trayecto pasé por el malecón donde pude ver una mar realmente embravecido con fuertes ráfagas de viento y lluvia intermitente y lo peor de todo, de alta mar se podía evidenciar unas nubes negras, llenas de lluvia que se dirigían hacia nuestras costas. En ese momento tuve la certeza que se cumpliría el vaticinio del tiempo que dictaba AccuWheather. Para terminar con los catastróficos parámetros del tiempo, la temperatura había bajado unos dos o tres grados, confirmando que tendríamos -2º a las 06:00 de la mañana que sería el momento de comenzar a abordar el ferry.

Obviamente, ni siquiera abrí la boca para contar nada de lo que viví en esos momentos de traer el carro, habría sido catastrófico para Lisa, pero de todos modos fue el solo hecho de escuchar y ver la tormenta que se desarrollaba, lo que produjo el desenlace de la noche. Cenamos en el cuarto un par de pasteles que compramos en la backery mas famosa de Lofoten porque salir al restaurante como teníamos planeado,  habría sido solo confirmar lo que estábamos recibiendo en el pronóstico del tiempo. 

No había más que te y creo que eso está produciendo que a esta hora no esté muy acomodado en los brazos de Morfeo. Solo para dejar claro, Morfeo era un dios grccorromano encargado del sueño y del mundo onírico, porque después de ver la cantidad de personas de la comunidad que hay aquí, prefiero dejar claro que es únicamente una expresión por antonomasia.  Las banderitas de colores están hasta en el paso de cebra y los bazos de cerveza, así que se podrán imaginar que abundan muchísimo más que los héteros.

Lisa estaba en completo pánico, fría, temblorosa y con el temor espantoso de volver a vivir algo similar a los sufrío en el mar de Barents, pusimos unos podcast de historia para que nos diera sueño y ella no se podía dormir por el temor y yo menos, pero por el te. Decidió tomarse la otra media tableta de tranquilizante que había dejado después de comenzar a leer el pronostico de tiempo. Al final se durmió, pero para eso ya era la media noche y la tormenta había amainado y solo se escuchaban ráfagas ocasionales de viento.

Yo continúo escribiendo, pero con la intensión de dormir un poco ya que solo me quedan dos horas de sueño. Volvió a comenzar a llover con ese ímpetu que semeja a una tormenta tropical, pero como a mi no me da temor, espero que eso no despierte a Lisa.

Mi esperanza de dormir se vio truncada al realizar que tenía 40% de probabilidades de mirar una aurora boreal, que era uno de mis objetivos del viaje. Me había preparado con varias aplicaciones para chequear el tiempo y las condiciones para encontrarlas y en la más específica estaba la información necesaria para poder verlas. Ya no me acosté a dormir y saqué la cámara y el trípode e hice todos los arreglos para salir a buscar tan ansiada foto. Me puse las pantuflas y valientemente salí a tomar fotos y lo único que pude hacer fue dar la vuelta y entrar a vestirme y ponerme la chumpa especial del frío. No solo había frío sino un viento que no me dejaba estar establemente parado sin hacerme mover. Cuando volví a entrar para ver mis aplicaciones pude evidenciar que del 40 ya había bajado al 29% y realmente las inclemencias del tiempo que cambian de una forma tan singular ya no me permitieron tomar ninguna foto. Antes de entrar a ver que porcentaje tenía, la noche estaba despejada y con una que otra estrella y lo más impresionante fue la lluvia impetuosa que cayó de un momento a otro.

Fui a la cama y solo me quedaban 45 minutos para dormir, ya no se si me quedé dormido o no, pero como corolario de este día, ya estamos en el enorme barco, sentados en unos cómodos sillones, con el vehículo parqueado en el sótano y esperando que habrán la cafetería para comer una de las famosas salchichas que sirven en los ferrys de noruega.

No cancelaron el viaje, no hay viento excesivo, no hay olas monstruosas, casi no se mueve por las olas y seguramente continuaremos con lo planeado. Hoy es otro día.






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