domingo, 4 de abril de 2010

Semana Santa en Antigua Guatemala





Semana Santa en Antigua:

Hace muchísimo tiempo que no veo pasar una procesión frente a mi, es más, creo que la única vez que he visto una relativamente cerca habré tenido quince años y ahora por primera vez estoy en contacto con una de las experiencias más impresionantes de mi vida.
Mi hija viviendo en Antigua Guatemala me invitó a pasar el jueves y viernes santo con ella y aprovechamos a ver lo que una gran cantidad de guatemaltecos hacen año tras año, disfrutar procesiones en La Antigua.
Una experiencia inolvidable e impactante que los Guatemaltecos deberíamos vivir y conocer como una tradición ancestral de nuestro país, las manifestaciones católicas.
He tenido cierta reticencia hacia ese tipo de expresiones de fidelidad religiosa y he menospreciado a los devotos de ritos que me han parecido ilógicos e ignorantes pero como todo en la vida, opinión basada en mi ignorancia y en opiniones diversas fuera de mi circulo vital.
He pasado diferentes épocas en mi vida. He de haber sido católico durante mi infancia, ateo en mi juventud y años de universidad, evangélico ante la necesidad existencial y agnóstico ante la realidad de la vida pero nunca tuve la oportunidad ni el deseo o necesidad de ver una procesión como lo tuve ésta vez influenciado por las anécdotas e información de mi hija por sus amistades antigüeñas.
Durante el cortejo procesional es impactante la majestuosidad del Cristo con la cruz a cuestas en una anda monumentalmente grande cargada en hombros por una infinidad de fieles católicos que muestran en sus rostros el peso de muchos quintales que no se a ciencia cierta si se utilice para expiar pecados, recordar errores o solo sentir en los hombros el peso de un crucificado que a la postre dio su vida por una civilización decadente que nunca llegará a una santidad por él pregonada.
El Cristo con la cruz a cuestas de La Merced pude verlo a pocos metros y al dar la vuelta en la esquina donde estaba esperándole a ver pasar, sentí por un momento que ese enorme mamotreto se venía sobre nosotros, nunca había estado tan cerca en toda mi vida de una imagen que tantas personas reverencian y le hacen culto con incienso, mirra, corozo, pino y todo un séquito de cucuruchos y personas disfrazadas a la usanza romana de la época de la crucifixión, realmente impresionante y conmovedor.
La cara de los cargadores fue algo que difícilmente olvidaré, mostraban el dolor en los hombros al cargar semejante peso, pero la cadencia al caminar es digna de verse, lo disfruté con más expectación al ver pasar a las mujeres cargando a la Virgen María, una de ellas, vestida de blanco, guiaba el paso rítmico de todas las demás vestidas de negro, era como una especie de vals que todas seguían al unísono y en un momento dieron dos o tres pasos para atrás que según averigüé, sirve para hacer ciertas reverencias por donde pasan.
Tanto el Cristo como la Virgen llevan su propia orquesta de músicos donde los instrumentos de viento de metal resuenan con una solemnidad impactante, las tubas parecen llorar de sentimiento y muchos conocemos la expresión burlesca del tachín-tachín pero escucharlo cuando pasa enfrente el cortejo llega cada nota a lo profundo del corazón y produce en la garganta una especial sensación que llena los ojos de un líquido viscoso y salado que tendré que llamarle lágrimas.
Puedo asegurar que cualquier creyente pensante que profese algún tipo de fe, muchos ateos y aún un agnóstico como yo, sentiremos un impacto especial al ver y escuchar algo tan sublime y conmovedor, verdaderamente fue una experiencia fuera de lo común. Deberíamos experimentarlo por lo menos una vez en la vida y darle el valor que realmente tiene, muchos dirán: “he visto muchas procesiones en mi vida”, “eso es una herejía que va en contra de la Biblia”, “no me interesa perder el tiempo en esas cosas”, “es algo satánico”, etc. etc. No se debería peder una oportunidad como la que muchos tienen durante la Semana Santa, vienen cientos sino miles de extranjeros a impresionarse con una tradición centenaria en nuestro país y que al ver como se dedican en hacer alfombras tan elaboradas solo para que duren unos cuantos minutos mientras pasa el cortejo, creo que se debe disfrutar con una mente positiva teniéndole a nuestro alcance.
Muchas de las personas que leerán esto no serán católicos y por eso hago esa salvedad en lo que escribo, si durante el período cuando fui creyente alguien me hubiese insinuado que me desvelara para ver salir una procesión a las cuatro de la mañana, seguramente habría recibido algún improperio y reprimenda de mi parte pero ahora con un criterio diferente puedo escribir y decir que valió la pena la caminata, el desvelo, las apretujones y la incomodidad que pasé para ver de cerca algo tan majestuoso.
Adjunto a la presente varias fotos que tomé que no muestran lo vivido pero dejan constancia de lo sentido. He visto alfombras en muchas revistas y documentales, las fotos de los Cristos de diferentes iglesias parecieran todas iguales pero verlo de cerca impacta profundamente, desde el punto de vista escultórico es un arte espectacular y recién supe en una de las clases de barroco que recibo semanalmente que tenemos en El Calvario de la Antigua una escultura catalogada como la tercer mejor Piedad. La primera es la de Miguel Angel en la Capilla Sixtina que tuve la dicha de verla de cerca, parece tan real que muestra hasta las manos y pies hinchados del crucificado, la segunda es la de Bernini que aún no he visto y la tercera la del Calvario. Esta última está esculpida en madera y en la diapositiva que mostró el catedrático se veían todos los detalles con una nitidez que pareciera real. Fui al Vaticano a ver la Piedad de Miguel Angel y no he ido en mi país a ver una tan bien hecha y esculpida como otras dos de tanto valor.
Para los que no lo han hecho, aprovechen una experiencia única en su género, lo tenemos en nuestro país y aunque hay muchísimas cosas porqué lamentarse también hay muchísimas otras que debemos aprovechar y disfrutar, no lo echen en saco roto, puede ser el sainete de la Semana si no planearon nada adicional. Creo que por mi agorafobia dos procesiones fueron suficientes pero me habría encantado poder ver el descenso de la cruz, el ungimiento de pies y manos y cómo colocan el cadáver de Cristo en una urna de cristal que llevan en procesión La Hermandad de la Escuela de Cristo. Los cucuruchos se visten con unas togas negras con un emblema sobre el pecho y solo con ver los trajes se puede uno dar la idea de la majestuosidad. Si las cosas no cambian, volveré el próximo año a ver un par más y tomar más fotos. Al tratar de ponerle música al artículo no logré bajar una de las marchas que encontré en internet, creo que solo con p.c. se puede hacer y prefiero dejarlo sin música antes que tocar uno de esos artilugios tan espantosos, así que lo leyeron sin música.

Saludos cordiales.