A Don Facundo
La raya, siempre la raya. Pasé un fin de semana desagradable por su muerte inesperada, Don Facundo. Y lo peor, a manos de sicarios guatemaltecos que segaron su vida así como ciegan a miles cada año sin importarles nada más que hacer lo encomendado. Usted Señor Cabral fue un impacto tan grande porque era mundialmente conocido y amado por su talento artístico y su filosofía tan simple pero directa y al grano, había tanto que aprender de Usted. He intentado recordar su más famosa canción: “No soy de aquí, ni soy de allá” pero por más esfuerzo que he hecho no lo he logrado y tendré que buscarle en internet. No es el tipo de música que escucho, perdone y por eso no trae a mi memoria ningún recuerdo con que la pueda relacionar, así que insistiré una vez más, aunque termine más triste. Me produjo un gran conflicto interno al pensar que era el “Mensajero de la Paz”, como le calificó la Unesco, y muriera de esa forma tan trágica, inesperada, indebida, inaudita, cobarde, insólita...